El poder para... Ingrid Mirón
“Las palabras son nuestras más inagotables fuentes de poder”, esa es la
frase de una de las autoras mejor pagadas del último siglo: J.K. Rowling,
sostenida mediante uno de sus personajes más sabios.
¿Qué sucede al recibir malas noticias? Sentimos cómo una contracción llega
a nuestros pequeños corazones, nos comenzamos a sentir agotados, débiles,
frágiles. Las lágrimas no se pueden resistir y recorren nuestras mejillas
humedeciéndolas, y la razón: palabras. Las palabras duelen, hacen que uno se
siento vulnerable.
Y ahora, ¿qué sucede cuando recibimos buenas noticias? Las deseadas, lo que
queremos escuchar. Sentimos cómo una energía comienza a recorrer todo nuestro
cuerpo: desde la cabeza, al pecho, al estómago, a los pies. Sentimos esa
sensación tan satisfactoria y lo único que puede demostrarla es una sonrisa.
Aquí es la misma razón pero con diferente intención.
La buena o la mala elección de palabras puede llegar a hacer que una
persona sienta lo que siente, que una persona crezca y avance o retroceda; las
palabras son así de poderosas. Las palabras son de esas pocas cosas que
persisten por siempre, que registran cada uno de nuestros pasos, a manera de
libro, de ensayo, documento, cuento. Hay millones de libros que expresan amor,
tristeza, un razonamiento, imaginación y son exactamente para eso las palabras:
para expresarte.
En un escrito puede haber muchas ideas, algo que puede hacer cambiar de
opinión al lector, con un punto de vista, es otra manera de ver las cosas, una
perspectiva. Pero no todos los escritos tiene una intención positiva. ¿O sí?
Así como la expresión hablada, la escrita jamás se quedará atrás; puedes
sentir el enojo, la tristeza e incluso el odio hacia un escrito. Y no porque
sea malo sino porque es tan frustrante leer palabras que llegan a herirte,
imaginarte esa escena que te destroza el corazón y te hace sentir coraje. Esa
verdad, esa identificación que te es tan difícil de aceptar. O somos demasiado
vulnerables ante la verdad o demasiado orgullosos.
Pero entonces, ¿cómo es que un enunciado o incluso una sola palabra tiene
el poder de herirte o de hacerte sonreír?
Las escuchamos, las escribimos, pero sobre todo, las sentimos. Una palabra
nos hará sentir millones de cosas, estarán allí siempre siendo la cruda verdad
o la mayor de las mentiras.
“Las acciones son mayores que las palabras”, “las acciones dicen más”, “una
cosa es decirlo y otra hacerlo”; hay muchos comentarios de este tipo, hay un
desacuerdo o un acuerdo pero siempre duele más un “no te quiero” mientras te
miran fijamente a los ojos, sabiendo tú que es verdad lo que te dicen, que se
alejen de ti sin afirmar o negar la verdad.
Las palabras siempre tendrán ese poder sobre nosotros pero nadie es capaz
de asimilar y aceptar lo mucho que nos controlan, lo mucho que nos perjudican,
lo mucho que significan para cada uno de nosotros.
Aunque, ya casi no las leemos mucho. Usualmente preferimos ver la película
que leer el libro. Bueno, ¡gran error! Aunque las intenciones sean parecidas,
sea una adaptación, aunque sea más fácil visualizarla en una película, las
palabras escritas están en ese pedazo de hojas de árbol, ahí está COMPLETAMENTE
la intención, el amor, la dedicación de un autor. Con esas palabras llorarás,
comprendiendo el dolor de los personajes de la historia; con esas palabras
reirás por la simpatía y la ocurrencia de una persona que puso a volar su
imaginación y puso ante tus ojos una historia que relata toda una creación que
empezó desde cero y ella te hará sentir que el tiempo se esfuma, te hará sentir
que eres una persona y esas palabras que lees, que ves, que sientes, que
resuenan en tu cabeza, nadie y repito, nadie, te las quitará jamás.
Realmente es absurdo cómo algo que es tan cotidiano, tan “normal”, para
algunos no importan, es algo superficial pero no lo son, son sentimientos,
ideas, son lo que nos forman hoy y formarán mañana. Las palabras te forman, te
hacen crecer a ti, a mí, a todos.
Sin embargo, existe algo aún más fuerte que el sentimiento que otra persona
te hace sentir y eso es: , lo que tú sientes por ti, lo que ves en ti.
Autoimagen, autoestima, ego, personalidad, todo esto eres tú, todo esto es
lo que es un ser humano. Y todo esto es lo que te mueve, lo que te levanta de
tu cama todos los días.
Cuando una persona se quiere tal y como es, reconoce en lo que es virtuoso
y en lo que tiene defectos, ama a la persona que ve en el espejo cada mañana o
incluso en el reflejo de cualquier auto; cuando ella es su propio héroe, cree
en ella misma pero sin llegar a ser egocéntrica, esa persona tiene el poder
absoluto.
Platón sugiere que aquel hombre que no se domine a sí mismo, no puede
gobernar a otros; tomando este pensamiento: si no te conoces, no encuentras o
reconoces lo que te distingue de los demás y estás perdido, no eres capaz de
dominarte a ti mismo y con ello, no eres capaz de amarte. Y llegar a amarte te
hace la persona más poderosa, te hace el más grande, alguien invencible porque,
a pesar de las altas y bajas, de que se vaya o se queden las personas, tú
estarás bien porque sabes quien eres, sabes que las personas pueden ir y venir
pero ahí estás tú para ti mismo.
No obstante, no todos logran tener esta confianza y sentir este amor. No se
hace de un día para otro, tiene su complejidad, se va adquiriendo y va
incrementando con el paso del tiempo siendo tú quien descubre quien eres y
quien no eres.
Existen diversos casos en los cuales la gente busca poder pero no del que
hemos estado hablando, sino uno superficial, aquel que quieren obtener mediante
dinero para que los demás hagan lo que esa persona quiere, aquel que implica
insinuar que uno mismo es mejor que el otro. Es cierto, siempre habrá mejores y
peores pero las insinuaciones de ello no son más que signos de debilidad. Si
vemos la situación de cerca, quien crea ser mejor que otro en cualquier
aspecto, ¿por qué lo hace? Tiene la necesidad de demostrarlo pero de qué sirve
demostrarlo a otra persona sin antes demostrártelo a ti mismo.
Acerquémonos un poco más, esa persona intenta ser feliz al hacer menos a
otros pero es porque le falta algo. Usualmente, esas personas no son seguras de
sí mismas pero son impulsivas, por eso lo hacen. Porque no son felices, no son
seguros, porque no se quieren como son y por ello buscan tener ese dominio
superficial, ese escaso e inútil poder pero jamás voltean a ver el verdadero
poder que está en ellos mismos y no en lo externo ni en lo material y no lo
hacen porque son superficialmente felices, porque no aman ser ellos, aman lo
que adquieren. Creen que todo lo que tienen los hace ellos, y es triste porque
jamás se darán cuenta que eso no le importará a quien sí se ame, a quien se
respete porque estos siempre estarán un paso delante de ellos aunque obtengan
toda la belleza externa y toda la riqueza del mundo. Y sí, el egocentrismo
también es un poder tanto superficial como engañoso.
Al llegar nosotros a sentir ese amor, al llegar a tener ese gran poder,
sabemos hacia donde vamos, sabemos lo que queremos y merecemos de las demás
personas. Poder amarte hará que llegues a un poder menor que él pero nunca
mayor; ese poder es el amor que sentirás hacia las demás personas.
Como seres humanos, está en nuestra naturaleza relacionarnos con los demás,
esto será el poder que va debajo del amor propio.
Hemos escuchado frases parecidas a “el amor lo puede todo; es
inquebrantable; no tiene barreras” e incluso que es infinito, puede ser pero
todos lo hemos tomado como el amor hacia otra persona: mamá, amigo o novio,
pero parece que nadie se acuerda del poder más grande. Sin embargo, tomaremos
la opción y pensamiento que la mayoría tenemos al escuchar esas frases.
Cuando estamos en cualquier tipo de relación, uno se ciega por un
sentimiento o por el pensamiento pero dejar de lado el amor que nos debemos de
tener y tomar como primer poder el amor sobre otra persona es otro gran error.
El amor hacia otro siempre debe de ir por debajo del amor propio porque de lo
contrario, si la persona intenta lastimarnos o lo tiene por objetivo, lo
logrará porque nosotros lo permitimos. Se le puede entender como bajar la
guardia porque nos dejamos de lado por una persona que no sabemos si se quedará
a nuestro lado en las altas y bajas; nos dejamos de lado y le damos amor a otra
persona que quizá tenga malas intenciones, pero, como dicen, “el amor es
ciego”.
Aún así, es un error. Nadie te amará más de lo que tú te amas a ti y quien
te diga lo contrario es el peor de los mentirosos.
Volviendo a nosotros, nos damos cuenta de lo mucho que valemos y, quien
intente lastimarnos, se irá, lo harás irse porque tú sabes lo que mereces. Al
amarnos y encontrar nuestro camino, sabremos lo que es otro poder que se
encuentre entre el amor a nosotros y el amor a otros y ese es el poder de la
felicidad. Un poder muy fuerte pero para otros, tan incomprensible. ¿Dicen que
viene y va? No, se queda, se queda si te conoces y si te amas.
Tener poder no es dominar a una o más personas, poder no es tener todo
porque quien tiene todo realmente no tiene nada, absolutamente NADA. Poder no
es nada superficial, el poder crece en ti y por ti, jamás por alguien más. El
poder te lo das tú, el poder está en ti mismo (si alguna vez lo escucharon en
un comercial, película, libro, etc. quiero mencionarlo para afirmar que no es
plagio). El poder aunque tenga esos poderes menores es lo que te hace tú.
Siendo bueno o malo en alguna materia, teniendo más confianza en ti, amándote
cada día y no dejando de lado tu esencia, así eres y serás la persona más
poderosa de todas.
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